FORTALECER LA AUTOESTIMA: SANAR AL NIÑO INTERIOR

Es posible sanar al niño herido y es preciso hacerlo si se quiere alcanzar la plenitud. El remedio exige una transformación interior, la adopción de una actitud positiva que apoye y sustente compasivamente al Niño Interior. (J. Abrams )

 

Lo que denominamos Niño Interior simboliza nuestro mundo de emociones y sensaciones, el núcleo de nuestro ser, esa parte vulnerable que reside en el interior de toda persona adulta y que solicita cuidado y atención.

Todos los seres humanos hemos sido niños y hemos vivido diferentes experiencias en esa etapa de nuestra vida. Tengamos o no recuerdos de dichas experiencias, nuestro niño interior las alberga y la mayor parte de las reacciones automáticas que tenemos de adultos están conectadas con esas experiencias infantiles. Unidas a esas experiencias tenemos toda una programación hecha de creencias, mandatos…que se activa tanto en la relación que mantenemos con nosotros mismos como en nuestras relaciones interpersonales con pareja, hijos, amigos…

 

Todos los seres humanos hemos transitado la infancia y, en algún momento de la misma, pudimos ser lastimados. Si los niños y niñas que fuimos fueron cuidados por adultos heridos a su vez por sus propias experiencias infantiles, podemos desempeñar roles de adulto (pareja, padre/madre…), llevando en nuestro interior un niño herido, carenciado… Así, aunque deseemos evolucionar como personas y tener una vida más plena, si no somos conscientes de nuestras heridas emocionales y de la forma en que nos afectan, el solo deseo de madurar no basta para modificar nuestra forma de pensar, sentir o actuar, tenemos que profundizar en nuestro autoconocimiento.

 

Nuestro pasado está muy presente en la forma en que percibimos el mundo y abordamos determinadas situaciones y evolucionar como seres humanos es una cuestión de esfuerzo personal, de darse cuenta, de ser más conscientes. Nuestro niño interior puede estar bloqueado o asustado por una serie de experiencias infantiles más o menos traumáticas que siguen influyendo y contaminando nuestra vida presente, provocando a su vez, desórdenes orgánicos y comportamientos inadecuados. Ignorar o enterrar todo aquello que nos ha producido dolor no lo resuelve. Por el contario, ampliar nuestro autoconocimiento, entender el origen de nuestras reacciones automáticas, atrevernos a enfrentar nuestros mandatos y creencias limitantes así como las circunstancias que nos tocó vivir supone un proceso que nos conduce a madurar, a ampliar nuestros niveles de consciencia y a sentirnos más libres de las cargas del pasado.

 

Aquello que pensamos y sentimos sobre nosotros mismos es la base de lo que llamamos autoestima y clave para el éxito o fracaso en nuestra vida relacional y profesional.

Si partimos de un claro interés por nuestro autoconocimiento y estamos dispuestos a explorar lo que pudo condicionarnos en nuestras experiencias tempranas, una visión más amable de nosotros mismos puede surgir, mejorando una autoestima dañada. De la misma forma, una autoestima saludable tiene que ver con tratarnos bien, poner límites a quienes no lo hagan, expresar nuestras necesidades de forma adecuada, al mismo tiempo que vamos desarrollando nuestro potencial y adquiriendo confianza en el logro de nuestros objetivos.

 

Evolucionar y crecer como seres humanos es el proceso consciente que realizamos para convertirnos en mejores personas, en lo que denominamos mejores versiones de nosotros mismos y, una vez que tomamos la decisión personal de realizar el esfuerzo, es un proceso que puede durar toda la vida. Lo contrario es involucionar y es algo que también puede darse a lo largo de los años, al ir afianzando patrones de pensamiento distorsionados y conductas que nos siguen perjudicando si no las trabajamos internamente.

Establecer una conexión con nuestro niño interior y las diferentes partes que nos habitan, entendiendo nuestros comportamientos  y asumiendo la responsabilidad de nuestros actos es una tarea compleja que nos ayuda a cambiar, mejorar nuestra autoestima y establecer vínculos y relaciones más saludables.

 

Nada te puedo dar que no exista ya en tu interior. No te puedo proponer ninguna imagen que no sea tuya… Sólo te estoy ayudando a hacer visible tu propio universo. (Herman Hesse)