CRISIS DE PAREJA ¿TERAPIA O RUPTURA?
La mayoría de las parejas creen que las desavenencias son síntomas evidentes de que la relación va mal y que muchas de sus dificultades tienen que ver con problemas de comunicación. Sin embargo, además de los déficits de comunicación y la no expresión de lo que les puede molestar, en los desencuentros de pareja se suele competir por quién tiene la razón, quién impone su criterio, quién se sacrifica o se esfuerza más, quien aporta más a la relación…que lleva a la lucha por el poder, al cansancio y al desgaste. Así, en una crisis de pareja suele perderse de vista lo verdaderamente importante que es la seguridad del vínculo y el amor y se inicia un camino en el que las diferencias no son oportunidades para negociar y llegar a acuerdos sino que generan, en muchas ocasiones, desencuentros donde las palabras hirientes que pueden causar daños irreparables.
En las peleas y desencuentros que se producen en una relación de pareja están muy presentes, además, las heridas que cada uno tiene sin resolver y que tienen que ver y están muy conectadas con situaciones pasadas que corresponden a la biografía de cada cual. Estas antiguas heridas pueden activar en el presente inseguridades, dolor, ira, celos, necesidad de control e infinidad de emociones negativas que necesitan de un cambio interno para poder superarlas.
Además de lo anterior, en la relación de pareja también se fantasea con la idea de que se encontrará la felicidad y se satisfarán la mayoría de las necesidades, incluso sin tener que pedirlas (porque el otro debería saberlo). Así, cuando muchas de estas expectativas no se cumplen, lo que se inició como algo deseable, que llenaba de ilusiones y amor, puede acabar como algo que decepciona, duele y resulta muy insatisfactorio.
Parece evidente que en los inicios de una relación se tienda a mostrar lo mejor de cada uno. Se procuran mostrar los aspectos más agradables de la personalidad, actuando de forma adecuada e incluso, a veces, manifestando una gran tolerancia hacia ciertos comportamientos y actitudes de la pareja. Con este tipo de conducta parece relativamente fácil establecer una relación de pareja. Lo difícil es hacer que la relación perdure en el tiempo y se fortalezca con la convivencia y la superación de las diferentes crisis que inevitablemente se producirán, sobre todo cuando sus miembros no se esfuerzan en sanear su propia basura emocional y propiciar el encuentro desde la expresión de sentimientos.
Muchas parejas en crisis suelen tolerar el malestar durante años confiando en que las cosas mejorarán u optan por la ruptura como solución a sus problemas. Así, algunas parejas –normalmente las más jóvenes- optan por la ruptura y ponen término a su relación aún cuando sus dificultades pueden tener solución. Después buscan nuevas parejas, en muchos casos sin resolver el dolor de la ruptura, para descubrir un tiempo después que se repiten los mismos patrones y los problemas se reiteran como si se tratase del día de la marmota.
Muy pocas parejas intentan una terapia ya no sólo porque suponga una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo en modificar patrones de funcionamiento firmemente arraigados, sino porque creen que son capaces de arreglar sus dificultades aunque la realidad les indique lo contrario. La ruptura suele convertirse en la opción elegida después de infructuosos intentos por solucionarlo solos. En algunos casos, existe la creencia errónea de que si se hace necesario solicitar ayuda terapéutica e intentar reparar lo que se haya dañado en la relación, no merece la pena porque todo tendría que ser más fácil si hay amor o porque la relación no cumple los requisitos de “pareja ideal” o el “fueron felices y comieron perdices” sin esfuerzo.
Cuando, en algunos casos, optan por la terapia, suelen acudir cuando la relación está muy deteriorada y verbalizan que vienen a “quemar su último cartucho”. En estos y en todos los casos, si están motivados los dos por realizar el esfuerzo y mejorar su relación de pareja pueden producirse cambios que les ayude a remontar distintas situaciones, mejorar la comunicación y fortalecer el vínculo antes de que sea demasiado tarde.