Numerosos estudios científicos citan las ventajas que tienen tanto los sentimientos positivos (alegría, esperanza, amor…) como los pensamientos positivos en la mejora de la salud y de nuestras vidas. Sin duda alguna, la calidad de nuestros pensamientos influye en nuestra felicidad puesto que ésta no está necesariamente ligada a la ausencia de problemas sino a la capacidad de afrontar positivamente los retos que la vida nos plantea. La actitud que adoptemos, positiva o negativa, va a depender de la forma en que manejemos los pensamientos y éstos van a ser, en definitiva, los que marquen la diferencia.