La familia es un sistema cuyos miembros están interrelacionados de tal forma que, lo que afecta a uno, repercute en los demás. Así, todo el sistema familiar, no sólo sufre las consecuencias de los problemas y conflictos familiares, si no que también pueden colaborar en la solución de los mismos.
A pesar de las dificultades, todas las familias disponen de un potencial para cambiar y funcionar mejor y la terapia familiar facilita que esto sea posible. Así, los distintos problemas o crisis evolutivas (nacimientos de los hijos/as, etapa adolescente, jubilación, nido vacío…) y crisis familiares situacionales (pérdida de un ser querido, accidentes, enfermedades físicas y mentales, adicciones…) hacen necesario un cambio y la adquisición de nuevas formas de comportamiento que permita el avance y el crecimiento familiar.
El modelo sistémico constituye la base de toda terapia familiar y, desde este enfoque relacional, se trabaja junto con la familia para resolver tanto conflictos familiares como problemas individuales, ya que siempre se tiene presente las relaciones que la persona establece dentro de su contexto familiar. Así mismo, la terapia familiar ofrece soluciones para un amplio número de problemas: conductas disfuncionales de niños/as y adolescentes, conflictos familiares (entre padre/madre e hijos/as, entre hermanos/as…), trastornos de alimentación, adicciones, duelos no resueltos, ansiedad, depresión…. Estos y otros conflictos familiares generan un malestar, que puede ser aliviado si la familia está dispuesta a buscar ayuda. La terapia familiar puede resultar una forma efectiva de solucionar sus problemas.